miércoles, 9 de abril de 2014

De sentirte y otras suertes


Qué jodido eso de tratar conjugarnos el verbo querer
y no poder;
o que la distancia cree hiato entre nosotros.

Qué lastima que termines siendo un recurso poético
ante la imposibilidad de ser
mi recurso de amparo.

Aún no encuentro palabro en el abecedario
que descifre fielmente
eso que me pasa desde que te veo
hasta que te beso.

Y ojalá, en serio, querer sea menos verbo
y más verdad.

Que no nos engañe la primavera con sus fechas
porqué quien la trajo fuiste tu,
y era de noche y estaba oscuro,
y habían besos y algún cubata
y de las flores ya ni me acuerdo.

Ahora me doy cuenta
de lo inútil de los sentidos
si no te tengo cerca,
incluso a veces, cuando no estás,
el corazón me late tan despacio,
tan débil,
que hasta pienso que lo he perdido
en algún rincón
mientras te buscaba.

Van Gogh tuvo suerte de no conocerte,
de haberlo hecho
se hubiese cortado la otra oreja
sólo con escuchar
la sinfonía de tus tacones
como quien acaricia y besa el asfalto.

Que si Adán se comió una manzana por Eva,
por ti se hubiese tragado
hasta un kilo de uranio,
si se lo hubieses pedido.

Que las farolas nunca te dan la espalda
y la luz siempre la tienes de cara
porqué hasta ellas saben
que sería motivo de desconexión permanente
dejarte la belleza a oscuras.

Que yo me conformo
con darle un poco de sentido
a mis sentidos:
con verte ya tiro,
si te acaricio, ni te digo,
si te huelo, corres alto riesgo de secuestro
y si te saboreo
es como morirse
pero al revés.


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