sábado, 19 de abril de 2014

Viaje nostálgico a la Calle Desesperanza



Hace exactamente 238 días que no me quería.
Ni una pizca.
Nada.


Te había olvidado.

Y qué triste que para quererme
tenga que recordarte.

He de decirlo
aún sonando a puto egoísmo:
Te amaba por lo que me hacías quererme.

Y por otras cosas, claro.


Pero al final el amor por otra persona
casi que se convierte
en amor a uno mismo
reflejado en el otro.

Una puta movida.


Cuando ya no estabas
yo puse un precio inasumible a tu recuerdo,
renuncié a sonreír por las mañanas
y a escuchar 439 canciones.

Y la herida, bueno, 
la herida ahí estaba.
Ahí está.
Pero sin la costumbre de amarte
ya duele menos.

Anoche te vi a lo lejos
y ya conoces lo de después,
eso del tartamudeo
y del vuelco del corazón
latiendo en morse 
tu nombre.

Y también eso de quererme,
pero de quererme contigo.

Eso de volver a sentir

ese sabor a sangre,
a fracaso,
porqué todo lo que no se intenta
me sabe a fracaso
y desde luego, 
contigo
no lo intenté bien.

Me recordaste lo bonito que me sentía
cuando estaba junto a ti.

Y también pensé en lo bonito que se debía sentir
el chico que estaba contigo.

Te decía te quiero a la oreja
y con tu sonrisa casi fundiste cuatro luces del pub.

Recordé lo que nos costó darnos el primer te quiero

como reservándolo para la mejor ocasión.
Al final te das cuenta de que la buena ocasión
es esa en la que te sale 
y no lo retienes en la garganta.
Después nos los dijimos de golpe
y una vez empezamos con los te amo
ya no tuvimos nada más intenso que decirnos
y yo me propuse buscar
la frase del avioncito de papel
de la peli de Los Amantes del Círculo Polar,
pero nunca la encontré,
tal vez porqué sólo me bastaba mencionarte
para decir todo lo que sentía.

Pero no me dí cuenta,
y ahora cuando te mencionan
las ganas de amarte
se pelean en mi barriga.

El amor me empezaba con tu nombre

y se me marchitaba con tu ausencia.

Menos mal que tienes un nombre jodido.

Ayer fue raro,
hacía tanto tiempo que no me quería
que hasta me odié por ello.
Y también porque sea otro
el que se quiera
como quisiera quererme yo.
Contigo.

En fin, qué jodido eso del querer y no poder.

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