lunes, 24 de febrero de 2014

Todo lo que sé de la vida


Soy un bar de dudas.

Lo único que sé de la felicidad
es que no está hecha para mi.

Que para ser feliz debería quererme más
y amarte menos.

Que debería dejar de recordarte
y de escribirte.

Y de beberte.

No pienses que recuerdo
nuestras grandes noches,
qué también,
pero realmente, lo que sé de la vida,
lo poco que sé,
es que me encantaba el aroma del café
que preparabas por las mañanas,
el despertarme contigo
y pasarte la pierna
por encima de tu cuerpo caliente,
el ver cómo me sonreías
mientras hacíamos el amor.

Eso es de lo poco que estoy convencido
que me hacía feliz.

Temo que tu marcha
haya significado quedarte para siempre,
y eso me asusta.

Me siento como un kamikaze
imaginando cómo sería
conducir por tus curvas
y derrapar por tus muslos
para terminar aparcando en tu boca,
para que me comas cada uno de mis miedos.

Eso sí que sería jugarse la muerte.

Que tú seas mi putada definitiva
me encantaría, pero si es conmigo.

En fin, todo lo que sé de la vida es
que sin ti es una mierda.

martes, 18 de febrero de 2014

De todo lo que pudimos ser y no fuimos



Eres mi peor pesadilla.

Hoy te he soñado para crear una irrealidad
donde no se fingían orgasmos,
donde sé amarte bien,
sé darte los besos que te mereces
y tú los que me debes.

Donde me cuidabas de mi mismo,
porqué ya sabes: soy mi peor enemigo,
lo peor que me va a pasar en la vida.

Ahora me paso el día hablando
con todo lo que no tuve,
con todo lo que perdí y abandoné,
con el lado desierto de la cama,
con el vacío de los cajones
y con papeles que mienten
más que dicen.

Antes al menos éramos nuestro desastre,
ahora echo de menos eso que me decías
"somos nuestro clavo ardiendo
y aún así no nos quemaremos".

Y ardimos.

Ahora mis cicatrices contienen más recuerdos
de los que yo mismo puedo recordar
y más olvido del que este cuerpo puede soportar.

No hay manera de olvidar tu olvido.

Y desde aquí arriba la vida sin ti
continúa dándome el vértigo de siempre,
en cambio, la vida sin mi,
ahora que la tengo a un paso al vacío
me resulta hasta atractiva.

Sin ti no es jugarse la vida,
es jugarse la muerte.

Y aún así seguiré soñando
que pudimos ser eternos.

sábado, 15 de febrero de 2014

Como acariciar Nueva York



A mi nunca me ha apasionado ir a Nueva York,
pero cuando me cantaba al oído
lo bonito que es todo aquello,
nos imaginaba saltando de la mano
de rascacielos en rascacielos,
tomando un taxi y yéndonos sin pagar,
emborrachándome de su sonrisa en Broadway
o comprando perritos de un carrito
entre la Séptima Avenida y su corazón,
más o menos.

Yo veía en Nueva York sus piernas de acariciar suelos
hechas avenida,
o sus pulmones de dejarme sin aire
con forma de Central Park.

Nueva York era ella.

'Piensa que estamos en lo alto del Empire State Building
y tú miras abajo mientras yo soy lo único a lo que estás sujeto,
¿sientes el vértigo?', me dijo.

'No, porqué estoy contigo.'

Y era la verdad, el vértigo nunca dependió de las alturas
sino de lo lejos que ella estaba.

'Algún día iremos a Nueva York', me prometió.
Y yo aún creía en las promesas,
por vocación más que nada.

Pero Nueva York se fue
a donde debía estar: a Nueva York.

Y yo me quedé en donde siempre:
entre yo y ninguna parte.

A mi me enseñaron a no preguntar
aquello que no quería saber
pero por las noches me vuelvo valiente
-y también más idiota de lo normal-
y le pregunté si me quería.

'Depende', me dijo.

Y yo sabía de qué dependía...
                                                     de
                                                           un
                                                                 hilo.

Y el hilo se rompió y yo con él.

Y Nueva York se hizo escombros.

Nunca odiaré tanto a una ciudad,
pero tampoco creo que ame a otra
de igual manera.

Nunca antes tuve a Nueva York
tan al alcance de mis manos,
sin moverme de su lado.

martes, 11 de febrero de 2014

Es verte sonreír y quererme vivir

Siento que el tiempo se agota
y que me quedan tantas cosas por vivirte
que me entra vértigo
y el tiempo me pasa a un segundo por hora.

Menos cuando no estás.

Que es demasiado a menudo.

Porqué, joder, casi nunca estás.

Menos en mi hemisferio derecho,
que desde que te vi
no sales de ahí.

Y el tiempo deja de ser oro
sino es contigo.

Y me canso aún más de ver
a este extraño conocido
que soy yo para mi mismo,
todos los días
tratando de averiguar
la cantidad de eternidades
que tardaré en volver a verte
mientras los segundos se convierten en décadas,
las décadas en siglos,
y los siglos en eones.

Y tú, intacta al paso del tiempo,
como una flor
de las que se secan entre las hojas de los mejores libros
y quien dice flor dice primavera,
y quien dice primavera dice tú.

Es jodido aún no haber probado tu desamor
y tener que sentir esto en el pecho,
el pinchazo digo.

Me dices una y otra vez que poder es querer,
pero ya ves, el verbo poder me puede
y si no es contigo, pues aún más...

Y pedirte que pares este derrumbe anunciado
puede parecer un recurso poético,
pero no, es verdad,
y el interruptor lo tienes tu,
entre tus manos,
en tus labios,
en tu boca,
con la que solo viéndote sonreír
me quiero vivir.



lunes, 3 de febrero de 2014

Ensoñaciones de una noche de insomnio



Ahora siento las inseguridades

de aquellos que viven por si acaso.

"¿Eliges vivir o recordar?" me dices.

Te elijo a ti.

Y que se mueran todos los versos
que no has leído. Todos.
Y que vuelva el vértigo que siento
cada vez que pienso en el suicidio
como una forma más de viajar
y sueño que tú me coges de la cintura
y me abrazas fuerte,
como si fuese el mayor atrevimiento
de este mundo.

Que ardan todas las sábanas
que aún no hayamos manchado
y que me mires
con tus ojos de querer morderme
y que el silencio
se convierta en nuestro aliado.

Que no tenga que recurrir a ese lugar
tan jodido de la memoria
llamado recuerdo para tener que verte.

Que me abras tus sentimientos
por las noches, encima de la cama
y me enseñes tu cuerpo
con vistas a la primavera.

He estado tanto tiempo esperando
a que pare de llover
que ya no sé que es no resbalarse
por las aceras.

Hagamos que mis deseos empiecen
en tu sonrisa
y que los tuyos terminen en mis manos;
que esas cuatro paredes
que no conozco
guarden los recuerdos más intensos
de nuestras vidas
y nos perdamos entre el eco.

Y del futuro ya nos ocuparemos en otro momento.