Siento que el tiempo se agota
y que me quedan tantas cosas por vivirte
que me entra vértigo
y el tiempo me pasa a un segundo por hora.
Menos cuando no estás.
Que es demasiado a menudo.
Porqué, joder, casi nunca estás.
Menos en mi hemisferio derecho,
que desde que te vi
no sales de ahí.
Y el tiempo deja de ser oro
sino es contigo.
Y me canso aún más de ver
a este extraño conocido
que soy yo para mi mismo,
todos los días
tratando de averiguar
la cantidad de eternidades
que tardaré en volver a verte
mientras los segundos se convierten en décadas,
las décadas en siglos,
y los siglos en eones.
Y tú, intacta al paso del tiempo,
como una flor
de las que se secan entre las hojas de los mejores libros
y quien dice flor dice primavera,
y quien dice primavera dice tú.
Es jodido aún no haber probado tu desamor
y tener que sentir esto en el pecho,
el pinchazo digo.
Me dices una y otra vez que poder es querer,
pero ya ves, el verbo poder me puede
y si no es contigo, pues aún más...
Y pedirte que pares este derrumbe anunciado
puede parecer un recurso poético,
pero no, es verdad,
y el interruptor lo tienes tu,
entre tus manos,
en tus labios,
en tu boca,
con la que solo viéndote sonreír
me quiero vivir.
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