Maldito diario: Mi corazón ha perdido la cuenta
de los días sin sus caricias
y mis zapatillas la de los pasos
que hay hasta su cama.
Ahora la oscuridad
huele a su perfume
en el lado derecho de la cama.
Cada vez que pido un deseo
digo su nombre en voz baja
y soplo cirios consumidos,
corro las cortinas que la esperan
y deshago una cama huérfana
que no reconozco desde que no está.
Maldito diario: Tengo la cama revuelta
y también el corazón.
Ando perdido,
como quien busca una puta con regla.
No sabes el dolor
que me crean sus silencios;
el hueco de su pijama
en mi cajón;
la soledad
que empieza con su ausencia.
Maldito diario: Ya ni la poesía
sirve para perdonarme.
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