martes, 7 de enero de 2014

De verte sonreír y otras delicias

Más de 2.500 días me ha costado un beso tuyo.
Y ahora entiendo porqué se hizo tanto de rogar,
porqué las cosas grandes tardan en llegar y,
en aquel entonces, ni lo hubiese entendido.

Con tu vestido apretado
regalabas erecciones por doquier
a hombres con sueños imposibles
y con tus tacones de acariciar el suelo
fetiches nunca antes conocidos.

Darte un beso en la discoteca más roñosa
se convierte en el capítulo más romántico de Romeo y Julieta
si es contigo.

Es impresionante lo que consigues hacer con el paisaje
sólo con tu presencia.
De los gemidos haces una canción pegadiza
y del sudor un vino caro.

Ayer te confundí varias veces con la Luna,
tu ponías el brillo y yo el suspiro.

Y me quise quedar a vivir allí,
donde tu vestido se convertía en piel,
y la piel se convertía en península,
y la península en mar
y el mar en tus labios
pegados a los míos,
allí.

También te confundí con la primavera,
porque resucitabas todos mis deseos marchitos
que arrastraba desde que un día me abandoné
y me follé a la suerte.

Ayer al verte, al hallarte en tus labios,
fue como reencontrarme con el camino que creía perdido, eso es.

Y dejé de fingir que era primavera
porqué las flores ya las ponías tu.

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