Más de 2.500 días me ha costado un beso tuyo. Y ahora entiendo porqué se hizo tanto de rogar, porqué las cosas grandes tardan en llegar y, en aquel entonces, ni lo hubiese entendido. Con tu vestido apretado regalabas erecciones por doquier a hombres con sueños imposibles y con tus tacones de acariciar el suelo fetiches nunca antes conocidos. Darte un beso en la discoteca más roñosa se convierte en el capítulo más romántico de Romeo y Julieta si es contigo. Es impresionante lo que consigues hacer con el paisaje sólo con tu presencia. De los gemidos haces una canción pegadiza y del sudor un vino caro. Ayer te confundí varias veces con la Luna, tu ponías el brillo y yo el suspiro. Y me quise quedar a vivir allí, donde tu vestido se convertía en piel, y la piel se convertía en península, y la península en mar y el mar en tus labios pegados a los míos, allí. También te confundí con la primavera, porque resucitabas todos mis deseos marchitos que arrastraba desde que un día me abandoné y me follé a la suerte. Ayer al verte, al hallarte en tus labios, fue como reencontrarme con el camino que creía perdido, eso es. Y dejé de fingir que era primavera porqué las flores ya las ponías tu. |
martes, 7 de enero de 2014
De verte sonreír y otras delicias
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